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LA LEY DEL TERCER PARTIDO

La violencia y el conflicto entre los individuos y entre las naciones nos han acompañado durante siglos, y sus causas han seguido siendo un misterio completo, un misterio resuelto finalmente en Scientology.

Si Caldea pudo desvanecerse, si Babilonia se redujo a polvo, si Egipto se convirtió en una tierra yerma, si Sicilia, que tuvo 160 ciudades prósperas, pudo convertirse en una ruina saqueada antes del año cero y ser desde entonces casi un desierto, y todo esto a pesar de todo el trabajo y la sabiduría y los buenos deseos y las buenas intenciones de los seres humanos, se deduce entonces que, tan cierto como que la oscuridad sigue a la puesta del sol, el Hombre debe de desconocer algo acerca de todas sus obras y sus formas de proceder. Y que este algo tiene que ser tan mortífero y tan penetrante como para destruir todas sus ambiciones y sus posibilidades mucho antes de tiempo.

Ese algo tendría que ser alguna ley natural sobre la que no tiene ninguna noción.

Y existe una ley así, aparentemente, una ley que responde a estas condiciones de ser mortífera, desconocida y de abarcar todas las actividades.

La ley parecería ser:

UN TERCER PARTIDO HA DE ESTAR PRESENTE Y HA DE SER DESCONOCIDO, EN TODA DISPUTA, PARA QUE EXISTA UN CONFLICTO.

O

PARA QUE OCURRA UNA DISPUTA, UN TERCER PARTIDO DESCONOCIDO HA DE ESTAR ACTIVO PRODUCIÉNDOLA ENTRE LOS DOS OPONENTES POTENCIALES.

O

AUNQUE COMÚNMENTE SE PIENSA QUE SE REQUIEREN DOS PERSONAS PARA OCASIONAR UNA PELEA, HA DE EXISTIR UN TERCER PARTIDO Y ESTE HA DE DESARROLLARLA, PARA QUE TENGA LUGAR UN CONFLICTO DE VERDAD.

Es muy fácil ver que dos en conflicto se están peleando. Son muy visibles. Lo que es más difícil de ver o sospechar es que existió un Tercer Partido y que este promovió activamente la pelea.

El Tercer Partido normalmente insospechado y “lógico”, el espectador que niega tener nada que ver con ello, es el que ha ocasionado que el conflicto exista en primer lugar.

Se descubrirá que el Tercer Partido oculto, que a veces parece apoyar sólo a una de las partes, es el instigador.

Esta es una ley útil en muchos aspectos de la vida.

Es la causa de la guerra.

Uno ve a dos individuos insultándose mutuamente, les ve llegar a los golpes. No hay nadie alrededor. Así que ellos, por supuesto, son los que han “causado la pelea”. Pero había un Tercer Partido.

Al rastrear esto, uno se encuentra con datos increíbles. Ese es el problema. Lo increíble se descarta demasiado fácilmente. Una forma de ocultar las cosas es hacerlas increíbles.

El oficinista A y el mensajero B han estado discutiendo. Estallan en conflicto abierto. Cada uno culpa al otro. Ninguno de los dos tiene razón, y así la disputa no se resuelve, pues su verdadera causa no se ha determinado.

Uno mira en un caso así a fondo. Encuentra lo increíble. La mujer del oficinista A ha estado acostándose con el mensajero B y quejándose con cada uno sobre el otro.

El granjero J y el ganadero K se han estado haciendo pedazos durante años de conflicto continuo. Hay razones obvias y lógicas para la pelea. Pero esta continúa y no se resuelve. Una investigación minuciosa descubre al banquero L que, debido a las pérdidas de aquellos en la pelea, puede prestarle dinero a ambos bandos, mientras que hace que la pelea siga, y que al final se quedará con todas sus tierras si los dos pierden.

También se produce a mayor escala. Las fuerzas revolucionarias y el gobierno ruso estaban en conflicto en 1917. Las razones son tantas que la atención se queda fácilmente fija en ellas. Pero sólo cuando se obtuvieron los papeles oficiales del estado de Alemania en la Segunda Guerra Mundial, se reveló que Alemania había promovido la rebelión y financiado a Lenin para que la iniciara, ¡incluso mandándolo a Rusia en un tren de incógnito!

Cuando se examinan las peleas “personales”, los conflictos de grupos, las batallas entre naciones, se encuentra, si se investiga, el Tercer Partido, del que ninguno de los dos combatientes sospechaba o, de haber existido alguna sospecha, esta se había descartado como “fantástica”. Sin embargo, documentación detallada finalmente lo ratifica.

Este dato es fabulosamente útil.

En las peleas matrimoniales, el enfoque correcto por parte de cualquiera que esté asesorando es hacer que las dos partes busquen cuidadosamente el Tercer Partido. Al principio puede que lleguen a muchas razones. Estas razones no son seres (personas). Se está buscando un Tercer Partido, un ser real. Cuando ambos encuentren el Tercer Partido y tengan la prueba, eso acabará con la pelea.

A veces dos partes que se están peleando de repente deciden elegir a alguien a quien echarle la culpa. Esto detiene la pelea. A veces no es el ser correcto y de ahí en adelante las peleas continúan.

Dos naciones que estuvieran enzarzadas violentamente deberían procurar conferenciar o dialogar entre sí para entresacar y localizar al verdadero Tercer Partido. Siempre encontrarán uno, si miran, y pueden descubrir el correcto. Pues se descubrirá que de hecho existe.

Hay probablemente muchos enfoques técnicos que uno podría desarrollar y esbozar en este asunto.

Hay muchos fenómenos extraños conectados con él. Cuando se localiza a un Tercer Partido de forma precisa, por lo general ninguna de las partes entabla una lucha contra él en absoluto, sino que sólo se le vuelve la espalda.

Los conflictos matrimoniales son comunes. Los matrimonios se pueden salvar si las dos partes realmente determinan quién causó los conflictos. Puede que hayan existido (en todo el historial del matrimonio) varios, pero sólo uno a la vez.

Las peleas entre un individuo y una organización casi siempre están causadas por un Tercer Partido individual o por un tercer grupo. La organización y el individuo deberían reunirse y aislar al Tercer Partido mostrándose mutuamente todos los datos que se les ha dado a cada uno.

Tanto los participantes en disturbios como los gobiernos podrían ponerse de acuerdo otra vez si se pudiera conseguir que representantes de ambos bandos se confiaran mutuamente lo que se les ha contado y quién lo dijo.

Tales reuniones han tendido a tratar sólo acerca de recriminaciones, condiciones o abusos. Deben tratar únicamente acerca de seres, para que tengan éxito.

Se podría pensar que esta teoría también afirma que no hay malas condiciones que causen conflicto. Las hay. Pero normalmente, estas se pueden remediar por medio de una reunión, a menos que un Tercer Partido esté promoviendo el conflicto.

En la historia tenemos una opinión muy adulterada del pasado porque esta está relatada en base a las recriminaciones de dos oponentes, sin haber localizado el Tercer Partido.

“Las causas subyacentes” a la guerra deberían interpretarse como “los promotores ocultos”.

No hay conflictos que no se puedan resolver, a menos que los verdaderos promotores de los mismos permanezcan ocultos.

Esta es la ley natural que ni los antiguos, ni los modernos, conocían.

Y al no conocerla, siendo desviadas hacia “razones”, civilizaciones enteras han perecido.

Vale la pena conocerla.

Vale la pena trabajar con ella en cualquier situación en la que uno esté tratando de traer paz.

nombre antiguo que se daba a las tierras cercanas al Golfo Pérsico, sur de Babilonia. Los caldeos conquistaron Babilonia en el siglo VI a. C., estableciendo el imperio caldeo (cerca de 625–538 a. C.). Caldea se expandió y llegó a ser el centro del mundo civilizado hasta que la conquistaron los persas en el año 539 a. C.

antiguo imperio en el sudoeste asiático (situado en la zona que ahora se llama Irak) que floreció alrededor de 2100–689 a. C. La ciudad más importante en el oeste de Asia durante este periodo, Babilonia fue famosa por sus magníficos templos y palacios.

extensas áreas de tierra erosionada que no se puede cultivar y que tiene poca vegetación.

empezar a pelear, en especial llegar a un combate físico.

es una pieza simple de información; como un hecho.

cosas que parecen, se perciben o se observan; hechos individuales, sucesos o cambios como los perciben los sentidos o la mente: se aplica principalmente a un hecho o suceso, cuya causa o explicación está bajo observación o se está describiendo en forma científica.

acusaciones hechas contra alguien quien ha hecho acusaciones anteriores.